miércoles, 28 de abril de 2010

Hechos más que dichos

La historia que nos cuentan los hechos de los apóstoles es verdaderamente sorprendente y demuestran la divinidad de Jesucristo y nos ofrecen una prueba de la verdad de nuestra religión. Pensemos que Alejandro Magno después de su muerte les dejó a sus hombres un basto imperio un ejército imponente y riquezas infinitas. Lo mismo César. En cambio a la muerte de Cristo no hay nada, sólo 12 timoratos e incultos pescadores que tenían como único argumento un crucificado y una tumba vacía. Por eso, cómo no sorprendernos del relato en los HECHOS DE LOS APÓSTOLES donde se ve cómo, valiéndose de estos débiles y despreciables instrumentos, se afianza la obra del Nazareno y se establece la ley de la gracia. Aquellos hombres que en un principio veíamos rudos, timoratos e inconstantes, una vez que el Espíritu Santo desciende sobre ellos, los vemos convertidos en otros hombres. Cesan al instante todas sus dudas, desaparecen sus temores y se ven como embriagados de divino amor. Ya no hablan como groseros e ignorantes, sino que resuelven y deciden sin dudar en los puntos más graves de la religión, apoyando sus decretos con la autoridad de las Escrituras. Hacen frente a los mayores peligros, no los acobarda la persecución, ni la envida de sus compatriotas, ni el odio de los paganos; emprenden la conversión de todo el mundo; se muestran llenos de celo comunicando a todos la luz de la verdad que alumbra sus almas y la llama de amor que abraza sus corazones; se introducen en las principales ciudades del Imperio y siendo tan pocos en número, desvalidos, despreciados y desconocidos, destruyen la idolatría, persuaden a los sabios, abaten el orgullo de los poderosos y los hacen abrasarse a la fe de un Dios crucificado y a asirse a una esperanza de bienes que no ven y que se prometen sólo para la otra vida. Si esto que predicaban era increíble, más increíble fue el resultado, el que esta doctrina nueva, tan contraria a la corrupción y mentalidad que reinaba en el mundo, pudiese convencer a sabios y entendidos y someterlos al suave yugo de la fe en Cristo. Hombres eran increíbles, con argumentos increíbles, lograron hechos increíbles. Predicando una doctrina tan contraria a la corrupción del mundo en el que vivían y a la alta filosofía de la que hacían alarde griegos y romanos, sin arma ninguna, hicieron que todos aquellos hombres y mujeres del imperio, ricos y pobres, sabios e ignorantes se sometieran al Dios crucificado. Por eso este designio tan inescrutable, esta portentosa ejecución, este rápido progreso que hizo el Evangelio sólo se explica si es verdad lo que Jesús resucitado les había prometido: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8). Estos no son las «leyendas» de los apóstoles, que se fraguaron a lo largo de varias centurias, sino los «hechos» históricos y verificables que iniciaron 40 días después de la muerte de Jesucristo. Si cuando el caudillo estaba vivo no logró convencer a sus mismos seguidores ¿Cómo es que después de muerto lo transforma todo? Por eso el cristianismo es convincente, porque estos hombres increíbles, con una doctrina increíble, ha sido verificada con hechos increíbles. Desde entonces lo que convence en un cristiano no son sus dichos sino sus “hechos”.
El Divino Jesús.
Yours in Christ.

1 comentario:

Jose Luis Garcia dijo...

Estimado Padre Rivas,Gracias por entrar en facebook y utilizar todod los medios posibles para la Evangelizacion.
Conosco su trayectoria y en el principio fui su colaborador.
Usted prueva con Hechos lo que todos devemos hacer, Gracias por recordarme que si se puede.
Jose Luis Garcia
Mision San Gabriel